Las luces de este magnífico curso se van apagando, y aunque aún no se ha cerrado la última puerta, siento nostalgia de todos vosotros, compañeros y compañeras, amigos más que amigos. Coincido con Juan Diego: este curso será sencillamente inolvidable y estoy convencido de que siempre permanecerá en lo más íntimo de nuestra intimidad.
Hoy, en la comida de despedida, hemos disfrutado, recordado, llorado, bailado... y nos hemos abrazado, como queriendo no separarnos por unos instantes más.
A pesar de la crisis, de las enormes dificultades por las que estamos atravesando, todos hemos apostado por la enseñanza pública y no hemos dejado de trabajar codo a codo con nuestro alumnado, estando convencidos de que ellos son tierra fértil sobre la que hay que sembrar.
Durante este curso tan especial, hemos "cocinado" proyectos que luego se hicieron realidad, hemos "coeducado" desde la contemporaneidad, hemos "convivido" como una familia trabajadora que se esfuerza por lograr el mejor de todos los mundos posibles: la instrucción, esa noble palabra tantas veces olvidada, pero que aquí, donde Andalucía late con más fuerza, ha vuelto a recobrar su verdadero significado.
Para terminar, me quedo con las hermosas (y acertadas) palabras del maestro José: "en esta escuela he sufrido mucho y he disfrutado mucho, pero con ella también he crecido"
¡Hasta siempre, amigos, compañeros, y feliz verano!